miércoles, 12 de enero de 2011

Seppuku personal

El texto que pretendo exponer, tiene un carácter dificil y complejo tanto de explicar como a la hora de comprender sin dejarse llevar por la superficie de éste.

Actualmente voy a cumplir mi 5º año como miembro de la asociación y el 7º como practicante de aikido, pues ya practicaba con mi maestro unos años antes de que éste me registrase en la A.E.A.T. En mi tercer año como aikidoca federado, un compañero y yo tubimos que realizar un pequeño ritual, donde nos arrodillabamos para rogar a nuestro maestro que nos permitiera practicar ese nuevo curso con la hakama. Este hecho me hizo pensar que una hakama simboliza cierto grado de técnica y de preparación mental en el que nuestro maestro nos otorgaba un leve reconocimiento por estos atributos adquiridos y, a su vez, como signo de cierta perseverancia y esfuerzo durante algunos años.

Hoy por hoy no me siento capacitado de dichas facultades que mi maestro creió ver en mi. Es por ésto que he decidido empezar a practicar aikido sin mi hakama en este 2011

Últimamente he visto como se le concedian hakamas a compañeros de mi dojo, que no alcanzaban siquiera los dos años de practica y no voy a negar que el asunto me causó indignación y desaprovacion pero, ¿Qué podía hacer yo, si asi mi maestro lo había decidido? De modo que lo dejé pasar y seguí practicando día a día como si nada.

Debo recalcar que cuando yo llevaba uno o dos años en aikido, siempre he respetado a los compañeros que llevaban más tiempo que yo, ademas de respetar sus consejos debotamente. Siempre he mirado con respeto, e incluso con admiración, a compañeros con hakama, cuando yo apenas empezaba a caminar por este “camino de la armonia”.

Cuando obtube la hakama pensaba que mis compañeros más recientes me tratarían de igual modo. Mas no fue como yo pensaba e incluso tengo que escuchar los consejos de estos con humildad y paciencia. Por mi parte, y en mi humilde opinion, considero que en las clases es el maestro, y solo el maestro, quien debe corregir o dar consejo alguno. Sinceramente, me causa pabor dar un consejo a alguien, porque corro el riesgo de estar equivocado y hacer caer en dicho error a un compañero. Sería algo que me costaría perdonarme, pues lo considero como una negligencia. Por eso me cuesta tanto transigir con un compañero que me da un consejo y más aun si lleva menos tiempo que yo practicando. Así que debo ser un abnegado en el ámbito de la humildad porque tras dos años ésta se ha agotado. Pocos de mis compañeros respetan a mi maestro como debería ser y ésto es otro punto en contra para mi humildad como sempai. También hay compañeros que hablan constantemente del ki, de la espiritualidad en aikido y la respiracion. Pero no sé porque, en ocasiones llego a casa con las muñecas y el cuello doloridos debido a la fuerza excesiva con que éstos me han aplicado una tecnica.

Otro dato importante que ha hecho que me replantee si realmente soy digno de llevar una hakama es el siguiente: En los seminarios de aikido, donde coincidimos varios alumnos de varios gimnasios, veo compañeros de otros dojos que me observan como si fueran grandes maestros del ki y pudieran fulminarme con la mirada. Otros visten unas máscaras muy bellas y elaboradas con humildad, posiblemente para ocultar el lobo que llevan dentro o para protegerse de otro tipo de personas: los consejeros. Esas personas que, para protegerse de otros consejeros posiblemente, optan por dar consejos. Lógicamente, si yo te doy un consejo a ti, tú no tienes oportunidad para darmelo a mí. No pretendo generalizar, pues no todo el mundo es así, pero tampoco voy a concretar.
En cualquier caso, quitando todos los tipos de personas que puedes encontrarte en un dojo o en varios, hay ciertos tipos que se forman así por el miedo. Les da miedo abrirse a los demás y por eso, se disfrazan de maestros o se ponen mascaras de humildad. Son trucos que la mente usa para protegerse del miedo. Cada persona tiene su técnica y mientras unos tratan de imponerte la suya como “única y verdadera”, otros se dedican a sobrellevar ésto con una mascara de humildad. Yo pertenecía al segundo grupo. Pero tanto un grupo como el otro, estan equivocados, porque al protegerse de ellos mismos con máscaras o disfraces, se estan perdiendo la unión con otro compañero.

Como ya he dicho, no pretendo criticar ni menospreciar a nadie. He expuesto los motivos por los que no me considero capacitado para ser un sempai, es decir, un alumno aventajado que sirva de ejemplo a los más recientes. Aprecio a mis compañeros de dojo y por eso, considero que no es justo para ellos tener un referente tan arrogante y egoísta como yo. Es por esto que he decidido prescindir de mi hakama, porque he perdido el motivo por el que practico aikido y me he dejado arrastrar por mis instintos más mundanos. A causa de esto, solo me fijo en las cosas malas de los demás en el dojo y me he olvidado de mi mismo. Por eso, debo empezar de cero, como si de mi primer año se tratase. Sentado a la izquierda de todos mis compañeros y sin la hakama. Porque les he fallado, porque debo volver a empezar para aprender algo que por lo visto, no aprendí cuando me puse la hakama.

Y es que quizá todo lo que veo no sean más que reflejos de mi propio ego. Esta frase fué la que me hizo darme cuenta de mis errores y también de un tema que pretendo abordar ahora mismo, con la mayor brevedad posible.

He comprobado, en incontables ocasiones, que no solo una técnica es infalible dependiendo de tori. Tambien depende de uke. Solo puede realizarse con fluidez una técnica cuando uke conoce bien dicha técnica. Cuando entra a un dojo un alumno nuevo, este se convierte en una especie de “antiaikidokas”, porque en su mente no existe todavía ninguna técnica preconcebida. De modo que cuando le aplicamos una técnica determinada, muchas veces ésta no da el resultado que esperábamos y comenzamos a imponerle a uke como tiene que actuar, para que la técnica se realice correctamente. ¿Por qué ocurre esto? Porque muchas veces el “uke nuevo” no pone intencion alguna de modo que si no hay agresión ¿para que defendernos?

También sucede que cuando nuestro compañero nos realiza una técnica, éste espera, a su vez, que le apliquemos dicha técnica del modo exacto en que él nos la realizó. Es casi matemático. Es decir, que si yo realizo un “juji garami”, cuando yo participe de uke, voy a colocar mis brazos en la posición exacta en la que los colocaría si fuese tori. En más de una ocasión me ha sorprendido comprobar como mi compañero, haciendo de uke, se retorcía y movía de forma y manera que era el mismo quien se aplicaba la técnica. Yo únicamente me dedicaba a dejarme llevar por él, mientras me agarraba, quedándome en una posición de observador totalmente pasiva, que no aporta nada a ese movimiento. ¿Dónde está la intención? ¿A dónde fue la flexibilidad del aikido, si cada uno se aplica herméticamente su propia técnica cuando hace de uke?

Nuevamente vuelvo a decir que comento esto como crítica constructiva y nunca como tipo de ofensa alguna. Lo único que deseo es aportar mí punto de vista sobre la dinámica que está tomando el aikido tradicional. Rechazamos totalmente la fuerza y la violencia, para centrarnos en la respiración y la armonía. De esta forma, a mi parecer, el aikido queda vacío. El bien no tiene sentido sin el mal y de igualmanera la “no-resistencia” del aikido queda vacía si uke no aporta la “pasión” (que no violencia) necesaria para realizar “la magia del aikido”. Conducir a uke de una manera armoniosa y no destructiva, no sirve de nada si este se conduce a si mismo. Así todo forma parte de la dinámica “teatral” y se pierde realmente el arte marcial perfecto y puro que Ueshiba creó. Es por esto, que mi camino en el aikido este año 2011, sera un camino en el que pretendo encontrarle el sentido último a la obra de Ueshiba. Y creo que para esto, no debo tratar de imitar ningún camino ya recorrido, sino encontrar el mio propio. Y así, convertir mi práctica de aikido en una búsqueda, para encontrar el verdadero camino. Para encontrar el aikido perfecto donde nada esté vacío o carente de algo. Y considero que para esto debe haber un equilibrio entre lo rudo y lo suave, porque si todo es suave desde un principio, ¿para que practicamos aikido, el arte marcial del amor?